Lo burdo o insano que alza la voz popular y social del mundo critica a lo que es el deseo más natural de la esencia humana; arroja al mundo entero sobre ello como si fuera un cruel asesinato a sangre fía. Aquellos que emigran estas tan despiadadas palabras son el enojo del porqué ellos no pueden hacer esto; es el ego enojado hablando por no ser él quien tiene el protagonismo de la escena.
La herida que uno provoca en el egocentrismo humano es digno de ser catalogado como un acto indefendible. Es la humillación misma cuando hieres a alguien, es su ego profundamente afectado por lo que es apropiado decir que él es el que habla renegando aquella herida; nunca se acepta cuando es el ego al que están atacando, tocando o incluso, halagando. Nunca se acepta que el ego es el que sufre o goza. Es una ley humana.
Puede que en realidad, todos vamos a caer sobre nuestros propios egos heridos y masacrados por un amor de juventud, un amigo de aquellos, un testigo ausente, un animal voraz, una cálida y tardía casualidad o quizás, somos nosotros mismos los que nos ocultamos demasiado bien para luego herimos y asesinamos como un desconocido a nuestra propia alma con carácter propio. Quizás, simplemente somos nosotros mismos los que queremos corromper lo incorrompible.
Encontrarnos en la oscuridad y valernos por la defensa humana, la pregunta en cuestión es, ¿cuál es mi instinto más básico por el que desborda mi ética y lanza dardos a la moral? He ahí cuando mi ego puede ser dañado y mi orgullo se desborda de furia. Emana gritos de mi alma y te asesino con la mirada.
[Quiero ponerme a llorar. Late. LLueve. Sangra. Duele. La terrible canción.]
Encontrarnos en la oscuridad y valernos por la defensa humana, la pregunta en cuestión es, ¿cuál es mi instinto más básico por el que desborda mi ética y lanza dardos a la moral? He ahí cuando mi ego puede ser dañado y mi orgullo se desborda de furia. Emana gritos de mi alma y te asesino con la mirada.
[Quiero ponerme a llorar. Late. LLueve. Sangra. Duele. La terrible canción.]