Tus caricias son como aquellos vicios mundanos y bohemios de la vida. Corrección, vicios de mi vida.
¿Qué hacer? Tu lo sabes, es observar aquella distancia y denunciar a lo natural, además de dejar que el agua corra como sangre en la vena, quiero beber agua; arrancaré mi propia sangre.
Las cuestiones de la vida dudan entre si se intentan asesinarse, pues el mensaje está en sus heridas y en sus llanuras. La razón y la piel son una difícil conjugación; la razón se desborda entre la sensualidad de la piel y lo fogosa que llega a convertirse la comunicación, definitivamente regalan motivos para que esas cosas de la vida cometan homicidio. Sin embargo, es homicidio frustrado y relato mi propia condena.
Pregunta de la que yo soy la experta y tu, una respuesta novata. Eres un príncipe en este reinado del tiempo, recibirás mi carta de titulación por mi amor; rey de esta monarquía de bebidas y caricias. Proclamo que este sea tu primer mandato: bebe mi sangre.
Soy la revolución popular pidiendo café para despertar. Queremos tabaco, café y algo más que forma parte del vicio convertido en necesidad básica.
Créeme: yo te amo.