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domingo, 23 de junio de 2013

Nunca lo fue.-

La nictofobia racional de cada uno de los niños que acostumbran a dormir con luces endemoniadas, se hace notoria en sus pesadillas de diamantes elegantes que no encumbran paces internas, no los iluminan, no los calman. Terrores nocturnos.


Hace tiempo que ya no ocupo espacio amoroso en casa hogareñas; hace tiempo que no oigo asuntos de felicidad innata; hace tiempo que no alcanzo sonrisas de bellas instancias; hace tiempo que tu inundas mis penas en licores de vintage; hace tiempo que el brillo de la fuerza matutina no es suficiente; hace tiempo que mis miedos flotan sobre mis sueños; hace tiempo que la tarde se hace mañana; hace tiempo que la instancia de esperar se hace morir. Terrores diarios.
Hace algún tiempo que el licor de las estrellas me emborracha con sus penas de lunas; hace algún tiempo que todo puede ser mejor - ilusión repentina- y nadie asoma la cabeza para vislumbrar pensamientos de asuntos perdidos; hace algún tiempo que muero en cada paso que doy y vivo en cada mirada hacia atrás; hace algún tiempo que espero diamantes que brillen en todos los caminos que tengan nimeses de historias por contar; hace tiempo que espero una noche fugitiva que me rapte de las cotidianas esperas de vida feliz. Terrores irrisorios.
Rupturas anímicas de tantas ocasiones pasadas; ánsares de placeres de vidas esparcidas en las lúgubres palabras que emiten todos esos labios secos por falta de amores vívidos. Déjame de espantar con viejas sombras dramáticas.
Esto ya no es lo que parece, esto no es real. Deja de sangrar, pequeña oscuridad.