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martes, 16 de octubre de 2012

Ración de vicio.-

"Estamos envueltos por la insensibilidad del corazón urbano de la masa que tiene una sonrisa más triste que alegre." 

 Por aquellas trivialidades que nos benefician la duda y nos contemplan la curiosidad, aquellas que sucumben a la desdicha de todos los que los consideran como arte del placer, aquellas bohemias sustanciales que alimentan cada grano de orgullo que se adhiere a la piel que se tacha de virgen, esas dichas tan banales que amamos por ser secretas de cada centímetro de amor que quisimos tener para intentar regalarle a alguien aunque el intento de regalar quedara en el vacío por el hecho de querer esperar una respuesta superior o en su defecto igual a la que estábamos entregando.

 Las cosas irracionales de la vida que son un placer dentro de la particular: amor, vicios, odio y orgullos. Donde aquellas se hacen llamar virtudes tolerantes, siendo la verdad: son una virtud obstinada. Mentira, en realidad lo único que son hijas bastardas de los vicios. 

 Los 4 elementos que llenan de sentido a cada uno de nuestros momentos y recuerdos más añorados u detestados de los largos años de oro que llevamos pisando la tierra. el vicio que sustenta a las otras tres variables restantes, el vicio mata y remata a cada uno de los sentimientos que intentan hacernos felices, el amor bajo la llave de la locura que a su vez se trasforma en rutina, el odio que se arma de rencores ante personas que ni siquiera merecen las gotas de ese tan hermoso sentimiento o el orgullo que sustenta a las otras dos bajo la combinación exacta de amor y odio ante la ilusión de la indiferencia: "el ya no me importa" que regala orgullo y soberbia ante los demás, cuando en realidad es solo una simple vanidad de heridas que quisieron ser felices en su dado momento y que anhelan la felicidad sistemática del ahora y del posible después. 

Son aquellas las raciones de vicios que llenan de dudas, dolores y alegrías las vidas de todos, donde los ojos se enojan y las palabras manosean la rabia de todo el día y el cristal queda quebrado por el hecho de querer dar y nos quitan. Los vicios de la vida cotidiana nos llenan de placeres y nos sepultan ante los ataúdes que nos esperan, los vicios que quitan tiempo memorable y arman recuerdos ancestrales, los vicios que nos han hecho más felices y a su vez, nos perjudica ante el dueño de las tristezas.

 La madrugada ya no es una buena llave para abrir la llave de los vicios. Simplemente, el vicio más afín que tenemos es el de la vida que siempre ha estado maquillada como una triste arma mortal que está en nuestras manos, cuando en realidad es el placer más eterno que podemos sostener.-