Esa similitud tanto en lo físico como en lo mental. siempre supe que a alguien te parecías, pero ¿a quién?
Sabía que mi amor enfermizo era inconsciente, el artista y el padre del rock sicodélico, el arte sepultado en una persona, la ilustración viviente de la musicalidad y de la locura: Syd Barrett.
Te pareces en la capacidad de resaltar entre luces y gotas violetas, esa manera de ver la vida y esa forma de expresarla tan vanal y sutilmente que encarna el odio extremo de las personas en una mirada para ti, esa ira y dolor que te envuelve buscando una posibilidad de amor y esa tentación de pasión carnal que emanas y conquista a los demás. Quizá eso me gustó de ti, que te pareces a mi amor platónico más infernal y maestral que puedo llegar a conocer, te pareces en esos rulos encantadores que matan a cualquiera, esas pestañas que comparación no tienen y en esa forma tan indiferente de ser que llega a dañar.
Su descenso fatal fue y es de las pérdidas musicales, a mi parecer, más dolorosas que ha habido. Músico tenías que ser, tu mentalidad y genio no sobrepasa y nunca lo hará en comparación al de él, pero tu locura puede llegar a estragos peores que el de él, lo sé.
Mi dedicatoria es para ti. Syd Barrett es mi amor sepultado en un lecho de música que vive y mata cada vez que escucho; gracias a él, mi desenfreno por Pink Floyd es total, debe ser eso lo que tu me recuerdas: Pink Floyd. Desde que te conocí, me recuerdas que mi amor por la música es una eternidad tan hermosa que no se puede comparar nunca con nada, que vivo por eso y vivo con cada nota que despliegan los dedos y voces de cada unos de los que formaron esa banda y que viví las muertes de dos y espero con enormes ansias, pero a la vez con un pesar tremendo las que quedan. Amo a Syd Barrett, amo cada uno de sus delirios y de su olvido en la gente, mi recuerdo de él es sombrío, no lo puedo negar, pero ahora que sé a quien me recuerdas será más doloroso, porque tu eres un dolor diambulante, pero me haces recordar que es un grande, y mi amor sepultado.-