
Entre un par de risas y unos copas extras de parte tuya, me dije "adiós" a la etapa más idiota y enfermiza de mi vida. Entre tu borrachera de niño mimado con un exceso de trancas emocionales y mi caótica personalidad de delirios múltiples en momentos adecuados, con una pizca de cariño y amor de algo más que amigos y menos que novios, hablamos sin parar de hasta el tema más minúsculo e insignificante en nuestras vidas. Hablamos de que tu mamá tiene pecas.
Fue tan doloroso, pero con exceso de adrenalina y estrés de no poder mantenerte en pie, me hizo evitarlo en cierta parte o aminorarlo, quizás. No lo tengo muy claro. Lo que sí puedo asegurar es que eres un borracho de mierda y que soy una hipócrita de mierda, definitivamente, necesitaba leer esa carta y saber por qué, cómo y cuánto me amaba. Me amaba y me ama, probablemente. Yo también lo amo, como la primera vez que se me escapó esa tan bendita y maldita frase. Lo amo como hace 3 años y lo amaré por los largos 30 años me quedan de vida. Pero, no será al único que ame en este tan largo tiempo.
Gracias borrachín por ser todo ese amigo cuico y levantado de raja que eres y por ser tan vulnerable cuando tomas. Gracias por tu extravagancia y por tus frases estúpidas como la de las luces y por webiar con la cámara a mil por segundo.