
Te escribo lentamente, pues por quinta vez tengo yeso en el brazo derecho. Soy todo un másteren esto de yesos. Sé que llegarás cansadísima con tu viaje playero a ritmo maternal y que, por tanto, el pc no será tu mayor destino.
Te informo, eterno cariño de este corazón solitario y amargado, que tengo tantas fotos tuyas en este computador bendito que edité fotos toda la santa tarde, adolorido por malestares de cabeza y picor de brazo. Me cansé...
Prosigo. Soy un ser miserable, no entiendo cómo alguien me puede llegar a querer. No entiendo cómo me puedes querer. Tampoco entiendo por qué la Lola, también.
Sé que eres preciosa.