Pages

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Relatos nocturnos de adolescentes.-



Dar oportunidades en medio de esas adversidades tan crueles que tiene la vida, se podría decir que es de las decisiones más escabrosas de las que todos huimos en cierta forma, a nuestra forma. Escapamos, ya sea, pensando de sobre manera en el tema, evadiéndolo en pensamiento, comentando en busca de un consejo desesperado o simplemente, escapamos de la manera que la vida se ha encargado de demostrarnos lo débil que somos: llorar. Llorar de forma que las lágrimas vacíen nuestros miedos, salgan aquellos fantasmas que tanto nos aterrorizan; salgan para asustarnos una vez más; salgan para que aprendamos a salvarnos a nosotros mismos; salgan para demostrarnos que la capacidad de discernir entre si seguir atemorizado por ellos o alejarlos del modo que sea; salgan para que dudemos de nosotros mismos y escupamos de asco y rencor el reflejo de nuestros rostro. Fantasmas endemoniados que salen a mentirnos y engañarnos. Fantasmas, miedos y demonios. Tan nuestros y propios. Están ahí para salvarnos de nosotros mismos y de ese miedo paralizante que nos impide vivir. 
Están vivos en nosotros para permanecer y ocultarse en la entraña más misteriosa de nuestro ser, preparándose para acechar en cualquier momento de debilidad a asustarnos, de modo tal que volvemos a ser niño, un tímido, asustado e inocente niño, que vive en miedos y terrores, casi siempre nocturnos, un niño que gracias al monstruo dentro de si, ese cruel y maníaco fantasma le da el valor para espantar a ese cruel entrante en su vida, lo aleja con gritos y patadas, para luego reír de la situación y creerse el héroe más valiente que todos los histórica y socialmente conocidos héroes, sintiéndose capaz de hacer todo y lograr todo lo que quiera. Valor es lo que posee, fuerza y coraje que fue capaz de lograr con sus propios miedos, demonios y fantasmas, que a pesar de que ellos siguen siendo los malos de la trama, son los únicos capaces de demostrar que nos podemos salvar, que aprendemos a salvarnos y tener el valor para hacerlo, sin ellos jamás podríamos vivir siendo felices. Aprendemos a vivir luchando contra ellos y de que se mantengan ocultos, que jamás escapen de su baúl, pero que sigan dentro de nosotros recordando que nos podemos quebrar, que el miedo existe, todo existe, pero uno decide qué hacer con ellos.
Dar oportunidades en medios de adversidades de la vida es de valientes.-