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sábado, 16 de noviembre de 2013

El hombre del futuro.-


Y tan solo escribí lo que vi pasar: Un hombre demasiado invernal para esta primavera tan romántica, llevando entre sus manos una tecnología tan torpe e idiota como sus pies tumbados en el suelo, usando aquél aparato como si el mismo fuese un órgano sexual que algunos inadaptados usan para hablar, mal usado claramente. Era un desorientado en medio de una conversación inexistente. 
La voz ya no va al teléfono, es aún más distante el concepto de cercanía entre dos personas. Los dedos se encargan de modificar los pensamientos suaves, delicados y crudos que antes salían de la boca. El recato de las manos moldeando una y otra vez frases y oraciones que se adaptan a una idea, idea original que antes simplemente se divulgaban con voz y se escuchaba al otro lado de la línea. La distancia se confunde con cercanía y avance, tecnologías y futuro, progreso y curioso, innovador y sobrehumano, confundiendo a idiotas de una sociedad y olvidando al mundo, el mayor cimiento del amor, olvidan amar, querer, adorar y admirar, se olvidan de quienes quieren. Olvidan y se maravillan con estupideces.
Y ese hombre tan vacío e idiotizado por sus juguete nuevo, es cegado e hipnotizado, no hay nadie a su alrededor, esta solo en medio de la primavera, toda esa gloria a la deriva de sus ojos y no puede mirar, no es capaz de observar y mirar, amar y contemplar. De pronto, su aparato cae entre sus pies torpes que yacían en el suelo y explota en miles de partes divulgadas entre pastos, tierras y flores nacientes. No se esfuerza en buscarlas, se levanta fingiendo ser herido por un objeto, una vez de pie, mira a su alrededor. Comprendió. Cogió una flor rodeada de desperdicio progresista, la admiró y corrió como si el mundo se fuera a acabar.-