A ti te hablo sí, a ti. Hace tiempo no te aparecías por estos lugares. Tengo tantas palabras que juntar en mi cabeza para decirte tantas cosas que no sé por dónde comenzar, mis dedos se traban, son torpes y ambiciosos a esta hora de la mañana, errantes y asertivos como todas las contradicciones de esta vida, titubean en ocasiones, pero se aceleran cuando hay una frase ya consolidada en mi cabeza e inmortalizada por estos deditos con un millón de defectos.
Comienzo, sé que yo te traje de una forma muy inconsciente, de una u otra forma, involucré a terceros para traerte de vuelta, preguntaron por ti o algo hizo alusión a ti, lo cual fue bastante sorprendente, sin embargo, en esta situación en que estás frente a mi y con tu mirada tan contradictoriamente intimidante y apacible (perdí a idea) (...)
Tenerte es parte de conocerte y conocerme. No te tengo. Mala palabra. Sentirte y saber que estas ahí, has estado ahí, aquí, todo este tiempo. ¿Qué has hecho de mi? ¿Qué has hecho de nosotras?
(...)
Finalmente, mientras caminaba hoy, tenía cientos de pensamientos y una sola dirección: casa, dulce y ansiado hogar, descubrí que ambas nos fijamos en la psiquiatría de nuestro ser, es un problema que pensemos en el psicoanálisis, porque siempre llegamos a nuestro triste y sentimental diagnóstico, que sabemos cual es pero que nos esmeramos en recordar- ¡Deja en paz tus trastornos! ¡Que el mundo sepa que estas loca, pero no enferma! Debemos controlarlos, porque sabes que, en silencio, se están descontrolando. No lo permites: recuerda, hay mil cabezas y una sola dirección, no dejes que se vayan por distintos caminos, permíteles el distinto paso y marcha, pero todos al mismo árbol. -