Hay ojos que guardan el resplandor provocado por el querer y admiración ante la valentía sentimental del mundo; hay bocas vetadas de cultos y de deleites corporales, las que se amarran al conformismo del recatado y simple hecho de hablar a rostros que brillan de deseo; hay manos capaces de relatar los versos más escandalosos de la historia de los poemas; hay ilusiones esporádicas que aferran a la realidad eterna del momento. Todo esto, casual y coincidentemente, se enmarca y encierra en el plano de la proeza humana al momento de amar sin explicación, sin pasado y sin dudas.-